Desde siempre el fútbol ha sido un deporte de "hombres", el cual siempre era de burros y se daban leña sin ton ni son, los niños eran unos brutos. Pues bien desde hace ya algún tiempo vengo observando que en los encuentros de niños hay una gran deportividad, al menos en su mayoría, hay respeto por el rival y por el compañero, si alguno realiza una falta, generalmente se dirige al contrario le da la mano, le pide disculpas y se interesa por si se encuentra bien. Al igual que si un equipo lanza el balón fuera del terreno de juego para que atiendan a cualquier jugador, el equipo contrario se lo devuelve sin más.
Por contra en los pabellones a los que asisto a ver partidos de chicas, cada día es más raro ver estos detalles, si un equipo ha lanzado el balón fuera, el contrario al sacar tira a puerta buscando anotar un gol. Si una jugadora da dos o tres patadas, se levanta sonriendo y no se preocupa lo más mínimo por su rival, ni el cuerpo técnico de su equipo hace nada por remediarlo, pero sí nos preocupamos de lo que pasa en la grada y de culpar a los árbitros de todo lo que las rodea.
Escribo estas líneas como reflexión mía, nunca como crítica a nadie y mucho menos esperando que nadie cambie su actitud, sino meramente por si con el tiempo logramos que estas cosas no sucedan...
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