No soy aficionado al futbol, pero esta tarde ha sido la segunda vez que veo un partido del llamado futbol base, o sea, de chavales, mas bien niños, pues la edad rondaba entre los 12 y los 14 años, la arbitro, una chica que rondaría los 18 a lo sumo. El campo, supongo que uno cualquiera, los equipos, da igual, el partido, pues uno gana y el otro pierde, como es habitual, los padres, una banda de descerebrados.
Se calienta el ambiente cuando expulsan a uno de los chavales por soltar cuatro improperios, como manda el reglamento, y si no lo hace, debiera hacerlo.
Los padres, a la arbrito le han mentado desde los muertos mas recientes hasta tres generaciones atras, incluso cuando anula un gol, supongo que de forma correcta, (ella sabe de futbol, le gusta el futbol, yo no). Lo mas sorprendente es que al delegado de campo, que debe velar por la seguridad del juego, casi le revienta la vena aorta de tanto insultar y gritar, además una mujer, madre de alguno supongo, ha soltado algo así como ¡Metele una samanta a hostias! ahí, con dos cojones fomentamos el deporte. Y luego decimos que los hooligans ingleses son la hostia.
Eso si, el entrenador, amenazante, desde el centro del campo, acompañando a la arbitro, ha conseguido que los descerebrados apaciguasen un poco.
Pero tiene miga el asunto, cuando los chavales van a ver un partido solo ven insultos, amenazas y conatos de violencia física. ¿Por que la federación no toma cartas en el asunto y prohibe el acceso a los descerebrados?. ¿Por que el secretario del equipo "ofendido" manda custodiar a la arbitro y permite que gañanes de esa calaña entren al campo?
Ahora me alegro de que no me guste el futbol y de que mi hijo solo lo practique en la calle, donde la mayor discusión se basa en quien pone la pelota.
Creo que despues de ver lo visto volverán a pasar unos cuantos años hasta que vuelva a ver un partido de "Futbol base"
No hay comentarios:
Publicar un comentario